Vamos con alguna frikada.
Hace unas semanas, una amiga me invitó a ver el musical de Anna Frank en Madrid. En algunos momentos, no me llegó a enganchar, y a mí me dio por pensar. Todo comenzó cuando salió a escena el alter ego de Anna, su yo adulto, al que llamó Kitty.
"Anda -pensé yo- como Kitty Pryde". Y a partir dé ahí, me vinieron a la cabeza varios parecidos entre ambas. Nombre aparte, las dos son niñas judías. Kitty era una joven de trece años en su primera aparción en La Patrulla X, justo la edad a la que a Anna le regalaron su diario. Una estudiaba danza, la otra quería ser artista. Inmediatamente, la mutante se enamoró de Peter Rasputín. ¿Adivináis el nombre de pila del chaval del que Anna también se enamora durante su cautiverio?
Anna estuvo más de dos años encerrada en un almacén, entre cuatro paredes. Kitty las puede atravesar sin problema alguno. Quizás sean coincidencias, pero sabiendo que papá Claremont no deja nada al hazar, ¿no parecería que el guionista británico quiso dar una segunda oportunidad a la joven judía en sus tebeos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario