miércoles, 23 de julio de 2008

Cuevas del Valle, un paraíso en la Tierra

Fue Jule, el artista, no sé si lo conocéis. Él me habló por primera vez del Barranco de las Cinco Villas. En realidad, me hizo una selección muy sui géneris de alguno de estos pueblos y otras localidades vecinas.
Estamos hablando de Gredos, muy cerca de las Cuevas del Águila.
Recuerdo que la primera vez que fui para allá, me costó convencer a Luismi, Mária y Ricardo. Pero luego no querían volver a casa. Y desde luego, quieren volver, como todo el que lo cata.
La zona está una hora y cincuenta minutos de Toledo a mi velocidad de chico responsable. Antes de llegar a Mombeltrán, te desvías a Santa Cruz del Valle. El pueblo es conocido por los frescos, copias de cuadros famosos, en las fachadas de sus casas. Dicen que su Guernica fue la primera reproducción al aire libre de la democracia. Además, ofrece unas vistas inmejorables del resto de pueblos del Barranco. Total, que con caña en el bar frente al Ayuntamiento incluida, lo ves en hora y media.
Coges el coche hacia San Esteban del Valle. Tiene pinta de ser chulo, aunque nosotros, en vista de las joyas que tiene alrededor, nunca hemos tenido tiempo para parar. Vamos con prisa a Villarejo del Valle. Antes de llegar al pueblo, en una curva, hay varios vehículos aparcados.
Allí existe una simulación de piscina natural, una balsa de hormigón que recoge el agua helada que baja de un arroyo. La corriente está tan limpia que encontramos peces y ranas, y tan fría que hay que meterse de golpe y sin pensarlo. A un lado de la charca, encontramos hierba. Al otro, un restaurante con magníficas paellas. Decía antes lo de la prisa, porque siempre está lleno. Una vez nos tocó comer a las cuatro y media, y otra directamente nos dijeron que no. Creo que el secreto para que no te dejen sin comer es, como en tantos sitios, preguntar a la señora mayor y amable. Ellas nunca te niegan el pan mientras que a la gente más joven a veces no le importa perder un cliente por salir cinco minutos antes.
Por lo demás, Villarejo es bonito. Mucho chalet. Para los que les guste andar, salen de allí varias rutas.
Pero yo prefiero acudir a lo que Luismi ha llamado el paraíso en la Tierra: Cuevas del Valle.
En Cuevas del Valle, me encanta subir río arriba, por una senda ecológica con el nombre de cada planta. Comienza más o menos a la altura del Portón, un restaurante con exquisita comida casera, que se convierte en remanso de paz a la orilla del río a la hora de las cañas.
De piedra en piedra, de lado a lado, puedes subir corriente arriba. También por allí hay una helada charca.
Si ya ha bajado el sol y el calor, puedes dirigirte a tu derecha, a la calle en la que están situadas dos ermitas y un rollo. Las casitas son modernas, pero de cuento. Ahora, yo recomendaría las calles tradicionales (Real, Ayuntamiento Viejo y Soportales), al otro extremo de la villa, a la izquierda del puente que hay junto a la plaza.
Es fácil encontrar una habitación en esta zona, aún en temporada alta.
La idea es madrugar y seguir hacia Mombeltrán. El castillo es impresionante, aunque yo no he conseguido entrar.
Y para los golosos, dice Jule que frente a la iglesia hacen los mejores churros de España. Y claro, lo que dice Jule va a misa.
Para después, dejo a la elección de cada cual seguir por la zona y hacer una excusión , trekking o bici, o dirigirse a las vecinas Cuevas del Águila, o incluso a Guisando.