lunes, 5 de marzo de 2012

La Invención de Hugo, Méliès y Megadownload

La Invención de Hugo no es una película infantil. Para nada. De hecho, a mí me gustó, pero me gustó la faceta friki que tiene de cine antiguo, que viene a explicar el origen de la fábrica de sueños. Porque la película en sí es lenta, muy lenta; como historia de niños muy vista, mala y bastante aburrida para quien no la entienda.
Decir antes de continuar que voy a contar spoilers de la peli. Porque a mí cuando Carlos Boyero destripa en la Ser una peli que no le gusta (no sólo la pone a parir, sino que cuenta el final), me fastidia mucho, y me dan ganas de llamar a la radio para ponerlo a parir. Yo no quiero hacer lo mismo. Bueno, en realidad cuento spoiler relativos, porque no sé si os pasará lo mismo, pero yo nada más ver a mesieu George pensé que era un guiño, porque tanto en nombre, proferísón y aspecto, era un calco de Méliès. (Que sí, que me cansé de decir al final de la peli que Méliès existió de verdad, y que tengo varias de sus obras).
En los primeros minutos, lo dicho, la película me aburrió mucho. Una estética preciosa, pero ya pensaba que estaba  ante otro de esos filmes que no son más que efectos sin historia. Se trata de una trama aburrida de un niño huérfano, cómo no, que vive en una estación de trenes de París a lo jorobado de Notre Dame, y que parece que se va a enamorar de la chica. Creo que se podían haber currado un poco más el guión, porque con lo que les ha costado hacer estos minutos... Unos minutos, la verdad, en los que estuve tentado de echar una cabezadita. Para colmo, lo único que en teoría debería ser gracioso son las meteduras de pata de un poli discapacitado. Todo tacto lo del guión, sí.
La segunda parte, sin dejar abandonar una lentitud en ocasiones recalcitrante y el mencionado bajo nivel de la trama, gana ligeramente en ritmo y sensibilidad. Y, sobre todo, cuenta algo. Cuenta cómo un mago francés lo dio todo por inventar lo que hoy conocemos como cine. A mí me encantó poder ver en pantalla grande del cine imágenes de los Lumière, el propio Méliès, Buster Keaton, Griffith, Charlot, Edison o Harold Lloyd. Aunque puestos ha hablar de cine mucho, me pareció que Scorsese, salvo en los dos primeros casos, de olvidó del cine francés, se olvidó también del expresionismo alemán, Fritz Lang o el Acorazado Potenkim, y se centró únicamente en el cine americano, que al principio era uno más, pero  bueno.
A, bueno, y ya puestos, otra crítica más: a Méliès no le arruinó el hecho de que tras la guerra el público le diera la espalda, como se dice en la película. Al menos, no fue sólo eso. Fueron los americanos quienes lo arruinaron al no respetar en absoluto sus derechos de autor y copiar y exhibir sus trabajos sin darle ni un centavo. Y me pregunto yo dónde estaba el FBI que tan diligentemente ha cerrado Megadownload para defender al genio francés. ¿Por qué perseguir a Kim Schmitz y no a Edison y Lubin? Claro, uno es alemán y jodía la industria americana y otros son americanos y se aprovechaban de un francés.
Segundas lecturas a parte, La Invención de Hugo llega a emocionar y mostrar la verdadera magia del cine por momentos. Me dan ganas de leerme el libro en el que se basa, que tiene que estar muy bien.
Por cierto, de esas curiosidades que dan los Óscar, que de nuevo las dos pelis ganadoras de este año iban de lo mismo, del cine mudo.