La
sede de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir está en
Sevilla, muy cerca del río; la del Ebro, en Zaragoza, sólo unos
metros más alejada; la del Tajo, en Madrid, donde el río no es
protagonista y parece que se tienen en cuenta otros intereses ‘de
Estado’ por encima de todo. Tal es así, que ha sido necesario que
el Supremo diga lo que todo el mundo sabía: que no se están
cumpliendo los caudales ecológicos que ha de tener el río. Aún
así, a pesar de eso, habrá que esperar dos años más para que
comience a cumplirse la sentencia, como explicó el pasado lunes el técnico Fernando Payán en la Biblioteca. Quizás si en esta España
descentralizada de las autonomías las decisiones sobre el Tajo se
tomaran en un lugar con más sensibilidad, no hubiera ocurrido.