viernes, 20 de junio de 2008

La Cervecería (peña atlética del Polígono)

Los viernes por la noche, hay oreja, siempre regada con jarras de medio litro de cerveza. Quedamos en La Cervecería, el bar de Santi, que es una peña atlética, para su llanto y desgracia. Mientras prepara el manjar, las chicas a veces van por golosinas y a hablar de la COPE con el chuchero. Alguna pide a Esteban, camarero uruguayo, un sandwitch cubano, con huevo. Nosotros saludamos a viejos amigos, muy estropeados todos, y encontramos algún parecido razonable. Cuando al ratito de espera llega la rica ternilla grasienta, siempre ocurre algo bueno, marca España o algo parecido. Justo inicia el ritual sazonando todo con abundante limón; Alberto da a cada uno su tenedor; y Luismi reparte el pan. Cada día somos más, que diría la canción, en la sibarítica degustación. Después frecuentemente viene un venao, igual chopitos, o una tabla de patatas con salchichas. Y si todavía hay ganas, nos trasladamos al Barleys... e incluso al Jaca.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Alberto es el del pan y yo el del tenedor.... tantas orejas y aun no te lo sabes, juas, juas, juas:
Alcoholman

Anónimo dijo...

Desgracia la del Toledo que nunca ha ganado nada, o dicho de otra forma, menos desgraciados que los atléticos en teoría -ya que por lo visto se mide todo por títulos- deben ser únicamente en este país dos clubs que andan por delante nuestro, el resto que yo sepa no tienen ni 9 ligas ni 9 copas...aunque vale sí, te lo reconozco, somos unos desgraciados por sufrir y consentir 21 años de Gilismo, y visto lo visto, los que nos quedan, ...ahí sí que te lo tengo que reconocer.....

P.D. Perdón por la intromisión y seguid disfrutando de esa oreja, ¡qué buena pinta!!!!

Dikaios dijo...

No hay nada que perdonar, la oreja estaba riquisima.

A, por cierto, hablamos de fútbol, por eso no mencionamos al Toledo, jejeje. La verdadera desgracia de Santi y de la Peña Atlética es que desde que nosotros nos pasamos por allí, sólo ganan con la selección (que no es poco), y les pinchamos bastante, jejeje.

El bar merece la pena... y la oreja. Yo que tú, me pasaba.