Conozco al autor, David Luna, de vista, del barrio, de jugar un par de veces al baloncesto en el instituto y verlo por la biblioteca regional. Y nada más. Me habían contado que escribía y que escribía bien y lo he podido comprobar tras leer este El ojo de dios. Ya, que el libro fuera por lo tanto de David, alguien del barrio, era un aliciente para leerlo. Más aún, comprobar que era una historia de ciencia ficción, que es lo que leo más habitualmente, y encima, finalista en un certamen literario, el Alberto Magno, al que se presentaron 128 obras de diversos países.
Así que me compré la pequeña novela y tengo que decir que me enganchó desde el principio, hasta el final. Lo hice en la feria del libro de Zocodover, y en apenas tres noches había terminado la lectura.
Se trata de una space opera clásica, con mucho misterio y suspense, el típico enfrentamiento entre buenos y malos y un halo que no se sabe muy bien de qué que flota en el agobiante planeta.
La historia cuenta las aventuras de Deill Nerv (un nombre como muy asimovniano), que es un auditor imperial en una extraña colonia, el planeta Dagoh, donde parece que nadie lo quiere. La historia va entrando desde la primera página, tirando del hilo de la curiosidad y da varios giros inesperados. En ocasiones, me recordaba a la película Blade Runner, la versión en la que está la voz en off, no me acuerdo cuál es; en otras, las situaciones me llevaban a Solaris.
En el debe, decir que no me gustó la visión de las mujeres de la historia, actores secundarios con roles demasiado machistas. Es algo muy del género, del space opera, que le da a la novela cierto aire de antigua.
Pero por lo demás, una historia cien por cien recomendable, muy bien estructurada para mantener la atención, qué coño, aumentarla, a lo largo de sus casi cien páginas.
Estaré atento a lo que siga sacando David.
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