Medianoche en París es un cuento de hadas, una historia atemporal, en la que Allen se torna un fricky a lo Kevin Smith, pero en culto. Se trata de un repaso a la imagen parisina de todos los tiempos. El bonito cuento no profundiza tanto en los personajes como la obra filmada en España; ni siquiera en la obra de los artistas representados. Es una cómica sucesión de gags y de vistas monumentales de París. Y demuestra que en realidad el arte de la Ciudad de la Luz no se debe a sus vecinos, sino a españoles y americanos.
De lo menos bueno, decir que los actores (sobre todo el prota, pero también Pablo y Luis), son malísimos. También os contaré que el final era tremendamente previsible, y se lo adelanté a Meri un rato antes. A, y no me gustó que no aparecieran rinocerontes.
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