No linealidad, más allá de la narrativa digital
Ahora bien, ¿debemos identificar por completo los conceptos narrativa digital y narrativa no lineal? Mi idea es que la narrativa digital es sólo un medio más en el que se expande y se desarrolla la narrativa no lineal, pero esta última va más allá y es mucho más antigua. Además, la narrativa digital se sirve de otros conceptos, como es la hiperficción constructiva.
Carmen Gil hace la siguiente definición: “La no linealidad se entiende como la ruptura de las convenciones relacionadas con los conceptos de tiempo, espacio, principio y fin; se da en diversos medios y de diferentes formas; y se ha desarrollado de la mano de las artes y de las letras para encontrar su reino en los nuevos medios electrónicos como un recurso que explora la mutimedialidad y las redes de conexión en el ciberespacio”.
Sobre el hipertexto, José María Aguirre en su Crítica a la obra de George P. Landow ‘La convergencia de la teoría crítica contemporánea y la tecnología’ afirma lo siguiente: “El hipertexto es un sistema abierto que permite al receptor construir sus propios caminos de lectura saltando de ‘lexia’ en ‘lexia’ conforme a sus intereses. El texto tiene un principio y un final; el hipertexto no está dado, sino que se crea en cada lectura conforme a los recorridos que establezca cada lector. El texto se ‘termina’; el hipertexto, en cambio, continua creciendo gracias a la posibilidad de añadir nuevas lexias por parte de sus autores, o incluso, sus lectores”. Además, wikipedia nos hace una definición parecida: “Se denomina hiperficción o narración hipertextual a las narraciones escritas mediante hipertexto, es decir, compuestas por un conjunto de fragmentos de texto (que algunos llaman lexías) relacionados entre sí por enlaces. Se caracterizan por no tener un único camino establecido por el autor, sino que deja al lector la capacidad de elegir su camino entre varios posibles. En ocasiones no tiene ni siquiera un principio establecido. Casi nunca tiene final. Las versiones más extremas permiten al lector modificar la obra, o bien directamente, o bien colaborando con el autor original”.
Es decir, la narración no lineal, que ha encontrado su mejor medio en las nuevas tecnologías, supone la ruptura de historias, de tiempos y de la linealidad literaria. Pero se desarrolla con otros lenguajes y formas en otros espacios artísticos o narrativos, como la pintura, el cine, la literatura o el cómic. La narrativa digital utiliza los enlaces como recursos para explotar la no linealidad. Desarrolla esta, así como otros recursos, tales como la hiperficción contractiva. De nuevo recurrimos a wikipedia para encontrar una definición a este nuevo término: “Hiperficción constructiva o Escritura colaborativa: En esta, el lector puede modificar la historia. La hiperficción constructiva consiste en el trabajo colaborativo de varios autores (autoría compartida)”.
En estas circunstancias, ¿cuál ha sido la aportación de las nuevas tecnologías y la narrativa digital a la narrativa no lineal? En un primer momento, podríamos decir que es su mejor caldo de cultivo y la ha permitido expandirse. Pero algunos autores, como George P. Landow y Aparicio, también indican que la narrativa hipertextual –en este caso, y la definición es mía, como infraestructura- ha quitado el carácter marginal que la imprenta dio a la narración no lineal –que se puede considerar estructura productiva o en forma artística, superestructura- y ha posibilitado su desarrollo.
Advierten estos autores –otros se refieren incluso a las cuevas de Altamira como creación no lineal- que las narraciones no lineales son tan antiguas como el propio Talmud, conjunto de libros que contienen las leyes judías y comentarios sobre ellas. Fue recopilado en Babilonia cerca del año quinientos de la era cristiana, con el fin de preservar para las generaciones futuras los preceptos, análisis y discusiones de rabinos y estudiosos. Los libros están concebidos para tener una función adicional que se podría llamar hipertextual: el cuerpo de la hoja está formado por una caja de texto central rodeada de diversas cajas de diferentes tamaños y tipos de letra, que son las que contienen los comentarios sobre el texto central, con temas que van desde asuntos extra legales, regímenes alimentarios o notas sobre comportamientos sociales. Los antiguos códices cristianos mantienen esta estructura.
El problema vino de la mano de Gutenberg hacia el año de 1435. Su imprenta masificó la producción de libros y unificó su estructura física. De esta forma, hizo casi imposible la innovación en cuanto a forma. No sería hasta casi tres siglos después que se empezarían a presentar innovaciones en cuanto a estructuras narrativas.
La narración no lineal, en consecuencia, hasta que las nuevas tecnologías han dejado obsoleta la imprenta y han traído consigo el hipertexto, se ha basado en la ruptura de la historia y del tiempo. Ruptura que no ha sido exclusiva de la literatura. Analizaremos ahora un aspecto curioso de la ruptura temporal.
Advierten estos autores –otros se refieren incluso a las cuevas de Altamira como creación no lineal- que las narraciones no lineales son tan antiguas como el propio Talmud, conjunto de libros que contienen las leyes judías y comentarios sobre ellas. Fue recopilado en Babilonia cerca del año quinientos de la era cristiana, con el fin de preservar para las generaciones futuras los preceptos, análisis y discusiones de rabinos y estudiosos. Los libros están concebidos para tener una función adicional que se podría llamar hipertextual: el cuerpo de la hoja está formado por una caja de texto central rodeada de diversas cajas de diferentes tamaños y tipos de letra, que son las que contienen los comentarios sobre el texto central, con temas que van desde asuntos extra legales, regímenes alimentarios o notas sobre comportamientos sociales. Los antiguos códices cristianos mantienen esta estructura.
El problema vino de la mano de Gutenberg hacia el año de 1435. Su imprenta masificó la producción de libros y unificó su estructura física. De esta forma, hizo casi imposible la innovación en cuanto a forma. No sería hasta casi tres siglos después que se empezarían a presentar innovaciones en cuanto a estructuras narrativas.
La narración no lineal, en consecuencia, hasta que las nuevas tecnologías han dejado obsoleta la imprenta y han traído consigo el hipertexto, se ha basado en la ruptura de la historia y del tiempo. Ruptura que no ha sido exclusiva de la literatura. Analizaremos ahora un aspecto curioso de la ruptura temporal.
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