¿EL hipertexto cambiará nuestro futuro?
¿Qué es lo que ha hecho posible el surgimiento de la narrativa digital o el hipertexto? ¿Qué consecuencias tiene o puede tener en un futuro?
Diversos autores coinciden en datar la narrativa no lineal prácticamente en el inicio de la escritura y, en consecuencia, de la historia. Algunos incluso, la llegan a situar en la prehistoria, y en lugares como las cuevas de Altamira. El cambio, evidentemente, ha sido tecnológico. Las nuevas sociedades de la información –básicamente ordenadores e Internet, pero no sólo- han posibilitado la tecnología necesaria para el desarrollo espectacular de estas formas narrativas.
Respecto a sus consecuencias futuras, explica Teresa González Trueba que “ante esta nueva realidad, conviven posturas opuestas: la de aquellos que se entusiasman ante la posibilidad de una forma de transmisión de la cultura que traiga consigo cambios trascendentes, como en su tiempo lo hizo la imprenta; los más escépticos, que tan sólo aceptan la mera existencia de nuevas formas de comunicación, pero que no entienden que estas puedan transformar los mensajes; o los apocalípticos, que ven en la posible desaparición del libro impreso un indiscutible síntoma del fin de la cultura”.
González Trueba advierte en primer lugar que también ante la hiperficción existen, frente a posturas entusiastas, otras más escépticas que se niegan a concederle estatuto literario. Sin embargo, otros autores, en una postura intermedia, ven en todo este nuevo mundo en Internet una mera versión electrónica de viejas ideas que están presentes en la literatura desde hace muchos años. Las preguntas que se plantea son qué hay de novedoso o qué hay de deuda con la tradición literaria en estas creaciones electrónicas; y si el hecho de que sean realizadas en un soporte electrónico y para su consumo en el mismo soporte, ¿conlleva algún cambio trascendente formal o de contenido en las mismas?
Nosotros vamos a tomar prestada la terminología filosófica de autores como Carlos Marx, y Max Weber. Podríamos decir que se ha producido un cambio en la infraestructura: ordenadores e Internet han evolucionado y permitido un desarrollo espectacular de formas de expresión hasta ahora marginales. Esta circunstancia, ¿va a traer consecuencias en la sociedad y en el pensamiento? En la primera así está siendo, y si seguimos la Dialéctica Marxista, es de esperar que ocurra lo propio en el segundo.
Recordamos que para Marx el factor fundamental del proceso histórico que determina el desarrollo y cambio social es la infraestructura, en nuestro caso, la narrativa digital, como una parte más de la evolución tecnológica. Dicho de otro modo, cambios de este modo cambiarían el conjunto de la sociedad, sus relaciones sociales, el poder, las instituciones y el resto de elementos de la supraestructura. Lo que de momento parece claro es que estos cambios han modificado enormemente la estructura, o relaciones de producción. La revolución de Internet –la gran red, o el gran hipertexto, según se mire- ha facilitado mucho el trabajo de millones de profesionales de prácticamente todos los sectores del mundo occidental. Qué decir, por ejemplo, de los medios de comunicación. Pero no hay que olvidar la gran ayuda que Internet supone para profesores o científicos. Por lo tanto, nuestras fuerzas y relaciones productivas han cambiado. ¿Eso indica que tiene que cambiar la supraestructura, o formas jurídicas y políticas, filosofía, religión, arte y ciencia, entre otros?
La respuesta es sí. Al menos está empezando. Cambia el ocio, cambian las leyes, incluso en algunos casos el proceso democrático. El arte ha encontrado nuevos terrenos vírgenes en los que germinar. La ciencia disfruta de una expansión ilimitada. Y para el hombre de a pie, ¿en qué va a cambiar su forma de pensar? El acceso a información que tiene es ilimitada; ya no necesita buscar, sino filtrar. Su ocio ha cambiado, así como sus posibilidades de expresión y comunicación con los demás. Las nuevas formas de relación interhumanas son muy distintas a las de hace veinte años.
No obstante, quizás aquí la visión de la Dialéctica Marxista sea limitada. Por eso, quiero aludir a Max Weber. Si le hacemos caso, el sentido de la influencia entre infraestructura y supraestructura no es unidireccional. Digamos que existe un feed-back. En este caso, algunos autores han justificado el auge de la narrativa no lineal en que a la postre podemos interpretar como infraestrutura, en la física cuántica, la relatividad, la teoría del caos o la entropía .
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