Creo que la tarde que fui a ver Transsiberian fue una de las más gélidas de mi vida. Así que para evitar el frío, nos metimos en el cine. ¡Pues menuda peli fuimos a elegir para evitar el frío! Del cine salimos con mucho frío interior y con mucho estrés. Tuvimos que ir corriendo a tomarnos un té.
A priori, te imaginas de Transsiberian es una peli para pasar el rato. Su título tiene un no sé qué que te hace imaginar que va a haber un asesinato y una investigación a lo Agatha Christie. Pues no, bueno sí y no. Transsiberian comienza despacito, para poco a poco, como un tren, ir subiendo en velocidad. Cuando crees que va a acabar, sólo se produce otra vuelta de tuerca, hasta que terminas deseando que todo termine, porque crees que ya no les puede pasar nada más a los protagonistas, y también por la salud de tu corazón.
Personalmente, me reí mucho cuando clavaban a la perfección a los responsables de los transportes de los países del este. Me acordé mucho de los de Estonia, Letonia y Lituania de este verano. Cada ciudad que salía podía ser un Hapsalú en potencia y en invierno. El guión estaba bien, aunque en ocasiones bastante predecible, por lo menos a corto plazo. En algunos casos, chirriaba un poco la historia.
Los personajes están mejor conseguidos. Me llamó la atención la interpretación de Woody Harrelson, al que por fin veo hacer un buen papel... aunque sin salir de su estereotipo de chaval con pocas luces. ¿Eduardo Noriega? Más de lo mismo: su estereotipo de siempre. Le faltó preguntar a la chica de qué color eran sus ojos. Pero la verdad es que bastante bien. Eso sí, me pregunto por qué siempre le tienen que doblar algún desnudo.
En definitiva, un film para estar en tensión y dejarse sorprender sin demasiadas pretensiones.Y recuerda la moraleja de la peli, que ya lo decía Dio, dont talk to...
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